sigilos…
XXII Me vienes con las manos germinadas…
Me vienes con las manos germinadas
y pétalos de amor entre los dedos,
sin nombre y sin ayer, con la sonrisa
nevada entre los labios de verano.
Me vienes de la luz y traes contigo
el mosto de la piel y frescas uvas
que al mueso de tu carne se revientan.
Hay agua de jazmín en tu saliva
y cielo en el olvido de tus ojos.
Tú llegas hacia mí, pisando nubes,
borrando la memoria con los brazos,
luchando como ángel con la muerte
que observa sigilosa tras los vidrios.
No queda soledad en los visillos
ni oscuros alfileres de ceniza
que puedan destrozar la primavera.
Miremos más allá de los espejos,
al cielo de alas blancas y espumosas
que hay sobre las olas de los puertos.
Juan José Vélez Otero
De «Panorama desde el ático»
reencuentros…
Hoy que has vuelto, los dos hemos callado…
Hoy que has vuelto, los dos hemos callado,
y sólo nuestros viejos pensamientos
alumbraron la dulce oscuridad
de estar juntos y no decirse nada.
Sólo las manos se estrecharon tanto
como rompiendo el hierro de la ausencia.
¡Si una nube eclipsara nuestras vidas!
Deja en mi corazón las voces nuevas,
el asalto clarísimo, presente,
de tu persona sobre los paisajes
que hay en mí para el aire de tu vida.
Carlos Pellicer
artesanías…
Cuando quise leer la caligrafía de las brasas…
Cuando quise leer la caligrafía de las brasas,
las palabras sin certezas hacían un ruido de celofán
entre los dedos, ya entonces alguna brecha abierta,
arrugas que no supe interpretar. Las manos de un
alfarero loco modelaban mi sombra y el orfebre puso
a secar mi corazón encima de la empalizada.
Amalia Iglesias
De «Dados y dudas» 1996
éxtasis…
Tu olor a hombre
pasea por mi cuerpo
Tus manos ásperas
calientes
seguras
Mi abandono mi éxtasis
El tuyo
María Clara González
De «Pulso interno»
sustentos…
Cómo decir de pronto:
tómame entre las manos,
No me dejes caer. Te necesito:
acepta este milagro,
tenemos que aprender a no asombrarnos
de habernos encontrado,
de que la vida pueda estar de pronto
en el silencio o la mirada.
Tenemos que aprender a ser felices,
a no extrañarnos
de tener algo nuestro.
Tenemos que aprender a no temernos
y a no asustarnos
y a estar seguros.
y a no causarnos daño.
Julia Prilutzky
entregas…
En la estación del sueño
«Hemos olvidado nuestros nombres
nuestros pronombres se confunden
y se enlazan…»
Octavio Paz
Tu llovizna y mi niebla
Tu júbilo y mis ojos
Tus ojos y mi vientre
Mis manos y tu cuerpo
En esta estación de un sólo sueño
Mi entrega de agua transparente
Tu fuego
espiral en mis entrañas
María Clara González
De «Pasajeros del viento»
vanidades…
Ce monde est bien plat – Qué vulgar es este mundo
¿Y de la vanidad…
qué me dices de la vanidad?
Tiembla la mano como tañida por un ángel terrible
y la vejez oculta la belleza aquella
que fue deseo de otros
y los rostros de pétalos caídos
sólo saben en los ojos que ya no hay esquinas
que doblar,
tan sólo el alarido,
el pulso de un final tan ordinario
como otros.
No hay nada particular en la vejez,
¿por que no morir, entonces,
cuando la savia no precisa el decorado,
cuando el flou es una resta,
cuando apenas puede imaginarse
otro luto que no sea el que recogen los ojos?
Desnúdate para mí,
quítate los afeites
y que sean tus axilas
las que llenen mis manos.
Quede la vanidad para otras pieles
y déjame abrazar tu cuerpo último
herido por el tiempo
hasta expirarlo.
Fuimos… que ya es bastante.
Luis Felipe Comendador
regalos…
Entrega
Iré a tus manos, limpia, indemne, sin memoria,
renacida de ti y ajena a lo tuyo,
iré a tus manos casta,
desnuda de tus besos.
Sentirás al ceñirme que una rosa de nieve
insinúa en tus palmas su gélida caricia.
Seré para tu cuerpo el lino apaciguante
que sana y que perdona.
¡Deja que vaya en ti más allá de lo mío,
que abandone mi ser por la gloria del tuyo!
¡Aunque me huyas siempre,
iré a tus manos, muerta!
Ernestina de Champourcín
juegos…
Juego a dos
Como gota que resbalara
y no acabando la línea
de su cabeza
prende contra la luz
también hermosa, y abrasas.
Ya tengo doble la muerte
sin conseguir rehacerme
de tu perfil que avanza.
Un nudo de miel concentras
está cayendo
de la sien a mis labios
y de ahí al juego de tus manos.
Detenida estoy. Enamorada
con aire libertad en bosque.
El error es no mirarte de frente
apresar el ave
que se mece en la rama y suspiro
y se espanta.
Acaba con el juego, amor mío
que la niña se duele de comba
paciente su cadencia avaricias
no estrellando tu cuerpo
a favor de la reina.
Juego a dos es duelo
haciendo parteluz
hoguera en el bosque
y la rama te pide
benevolencia.
Entonces yo soy
quien el relevo toma
y nos vamos de una vez
de esta leña a más incendio.
Juego a dos porque
se siente la muerte.
Pureza Canelo
De «Pasión inédita»
huidas…
Cuántas veces mis manos te buscaron,
cuántas otras mi cuerpo se secó,
fueron tantas las veces que me diste
tu espalda y un amargo -no-.
Cuántas veces un beso te he pedido,
cuántas otras el amor nunca llegó,
tantas noches pasamos en penumbra,
cerca y lejos, tú y yo.
Ahora ven e intenta seducirme,
ve qué bien aprendo la lección,
mi alma comienza a despedirse,
como respuesta un poco de silencio
y un breve -ya no-.
Ligia García y García
El pecado de la inocencia
Y yo me creía virgen de ignorancias,
toda yo años de mieles y sapiencias,
toda yo creyendo que había vivido
pecados innombrables.
Una palabra,
MIA,
y se me deshicieron los tobillos
dejando como pies mis rodillas
y una sed de más palabras.
Llegaba yo a mis años
pensando que de entre mis canas
había capas y capas
de lasciva lujuria enterradas,
muertas todas.
Ay, cuanta y hermosa
inocencia pecadora,
que desviste la piel
y arranca llorirreídas miradas
de bajas pestañas negras…
Me vuelves inocente,
flor de mañana vulnerable
y cuenco de sorprendidas,
entusiasmadas,
esperas y anticipos.
Lamo la manzana del conocimiento
como lamo tus pies,
como lamo tus manos,
como lamo tus labios…
y soy yo la manzana misma
bajo el hambre de tu boca
y la inminencia de tus dientes.
Puerta y balcón a mil mordiscos
de auténtica inocencia
masticada.
Ronroneo…
Gatita de Mitxel 3 de julio de 2014
Gracias
Me desvisto de esa bata que es rutina
y me deslizo en la sensual marea ansiada,
alguien llega
alguien queda,
a alguien abrazo
en el quicio de la puerta que son mis manos…
Y ser suelo silencioso de noche
y talones que flotan dejando paso a una puntera cuidada,
callada,
y ser sombra y ojos de gato,
y ronroneo de embozada alegría que se alza.
Me alejo queda, llega la madrugada.
Y es placer inundar de aromas cada estancia
y despertar miradas aún oscuras
con simples caricias despistadas…
Y hablar sólo con los ojos
hasta que entra la vida en las bocas
y en los brillos sorprendidos de las brasas.
Ser un poco de aire y rodearos,
escuchar hambrienta cada palabra,
absorber el aroma de otras vidas,
bañarse en las dulces memorias,
añorar las primeras sonrisas,
revestir cada rincón de presencias,
saber,
que después
alguien marcha
alguien queda
y en mis brazos queda la forma del último abrazo…
Gracias, mi Dueño, por este regalo. ❤
Gracias a todos por acogerme con tanto cariño
Gatita de Mitxel 28 de junio 2014
cabellos…
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
Antonio Gamoneda
huidas…
Sospechan de nosotros…
Sospechan de nosotros. Ha pasado
el primer autobús, y nos sorprende
en el lugar del crimen,
desatados los cuellos y las manos
a punto de morir, abandonándose.
Nos da el alto la luz,
sentimos su revólver por la espalda,
demasiado indeciso,
su temblor en nosotros, encubierto
bajo el pequeño bosque de las sábanas.
¡Corre!
¡Coge el amor y corre cuerpo adentro!
Hay un desfiladero sin leyes en los labios,
un laberinto ardiendo de salidas.
Mira tu corazón o tu cintura,
ese castillo en alto
que mis muslos coronan como un lago de niebla.
¡Corre!
Atiende sólo al viento de la piel
pasando y regresando.
y que suenen las ráfagas,
que suenen los disparos,
que las sirenas suenen a tu espalda.
Luis García Montero
Catarsis V Arañando desde dentro
Tengo los dedos tan llenos de tinta
que me arañan las palabras por salir.
Tengo los ojos tan llenos de miradas
que me muerden las visiones por llegar.
Tengo, ay, tengo la boca tan llena de besos
que me ahogan por nacer.
En el dintel de tus manos
se me cae la piel a hojas
como un otoño temprano
o un invierno futuro…
rodando en su vuelo
por encontrar entre tus manos tus dedos
y enraizar ahí, justo ahí.
Para leerte poro a poro,
aprenderte con los párpados,
saberte con mi lengua,
y escuchar,
atentamente,
el rumor gruñido a pulsos
de tu corazón en mis oídos.
Ato la sinceridad honesta que desnuda
y descuero el miedo que atraganta,
los pinto de bermellón abrasado
y me unto con ellos un abrazo.
Para mancharte con mi esperanza
y embarrar de sonrisas
el tiempo que pasa indiferente…
Tengo los dedos tan llenos de tu tinta…
que me arañan tus palabras por salir.
Gatita de Mitxel 26 de febrero 2014
incendios…
Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
Pero, encontrar un día el espíritu sumo,
la condición divina en el pecho de un fuerte,
el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como al golpe de viento las columnas de humo!
La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos los surcos creadores de tus senos.
¡Y la mirada grande, que mientras te ilumine
te encienda al rojoblanco, y te arda, y te calcine
hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!
Alfonsina Storni
Catarsis II
Es mi forma en el contorno de tus dedos,
mía la prisa muda de estar contra tus palmas.
Es mi forma en el abrazo de silencio,
Y tuyo,
mi sinaliento de música anhelada.
Es mi forma silbar hacia dentro
un Amo constriñendo consonantes,
ronroneos de una costumbre ya adquirida,
cuando cierras,
súbito,
el encuentro.
Y dibujas, modelas, aprehendes
la mujer cuya forma has rehecho…
Aquilatada y expectante,
soy arcilla y contenido viento.
Es tu forma en el contorno de mis manos,
el calor que tu vientre atesora
en el vértice abierto de mis dedos.
Es tu forma cuando acercas el cerco
y en tus manos sostienes
el brioso latido de mi alma.
Es la forma en que rehaces la postura
de mi confianza voluntariamente entregada
Y mi cuerpo se desdobla
en un lazo de temblores…
Tu presencia grabada a fuego…
En mi piel.
Con cada uno de tus dedos.
Para ti-contigo, mi Amo. Gracias porque te quiero…
Gatita de Mitxel 27 octubre 2013
realidades…
La realidad y el sueño
Espesa turbulencia preside mis palabras.
Para mí, tú eres aún una doncella.
Dentro de mí, habito un nido de fantasmas,
un lecho de cigarras, casi un cielo infantil.
Tomándote los pechos, jugamos a ser niños.
Ríes. Rozo apenas tus párpados.
Inocente me miras.
Yo te beso en la boca y tu misterio se abre,
ávido de abrazos.
Mi cuerpo se abre en cruz.
Nuestras manos se estrechan.
Tu palpitante corazón deshoja mis latidos.
Dicen ser esto la alegría.
Yo te estrecho,
yo te estrecho.
Somos los dos turbias bestias
crucificadas en los brazos del otro.
El antiguo ensueño azul se desbarata.
He aquí la vida, hermosa y dura.
Jaime Labastida
pasiones…
Apasionadamente
¡Y tanto, y tanto te amo
que mis palabras mueren
en un rumor de besos sin descanso!
¡Y tanto todavía que mis manos
no te hallan al tocarte!
¡Tanto y tan sin descanso,
que fluyo, y fluyo, y fluyo,
y es solamente llanto!
Gabriel Celaya
huellas…
Memorias de mi piel
Mi piel tiene memorias de tus manos
recorriendo el desnudo de mi entrega
tiene tu aroma
tu costado tu aliento
tu sabor
tu triunfo
mis derrotas
Mi piel tiene sonidos de ternuras
vibrando
cada encuentro en la penumbra
tiene tus restos y tus rastros
la luz opaca del deseo
y el rostro del amor
amaneciendo
Ana María Mayol
Argentina, 1953
tactos…
Cómo me vas a explicar…
¿Cómo me vas a explicar,
di, la dicha de esta tarde,
si no sabemos porqué
fue, ni cómo, ni de qué
ha sido,
si es pura dicha de nada?
En nuestros ojos visiones,
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.
De tan desprendidamente
como estaba yo y me estabas
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban,
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras,
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas,
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.
¡Cómo vagaron sin rumbo,
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aun no se supiera
en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir; los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.
Y de estas nadas se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
-almohada que ha sido alas-
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa,
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.
Pedro Salinas
misterios…
Mis manos y mis labios y mis ojos…
Mis manos y mis labios y mis ojos
rehacen
con creciente embeleso
próximo al éxtasis,
activo sin embargo,
un incesante viaje
de reconocimiento que a la vez descubre
tanta comarca donde nunca es tarde:
Aurora permanente
sobre cimas y valles.
Entre las combas y las sombras
de tu hermosura no me pierdo,
y tu nombre claro proyecta
luz muy personal sobre tu cuerpo,
que está en mi amor y fuera de
su mágico radio secreto.
Y a esa tu vida, más allá,
bajo sol y luna me entrego,
toda tú estás conmigo,
nuestro doble futuro yo lo quiero.
Jorge Guillén
canciones…
8. Ya no hay aquella simple desnudez…
Ya no hay aquella simple
y turbia desnudez.
Tus muslos ya no huelen
a canciones agrestes.
Tus manos ya no tientan
la risa curva y acre.
Como si hubiese pleno oscuro.
Alvaro Cunqueiro
De «Mar ao norde» 1932
Versión de Vicente Araguas
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