El lamento de Dor-lómin

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25 de xullo: día da patria galega

¡En pé!

¡Irmáns! En pé, sereos,
a limpa frente erguida,
envoltos na brancura
da luz que cai de riba,
o corazón aberto
a toda verba amiga,
e nunha man a fouce
e noutra man a oliva,
arredor da bandeira azul e branca,
arredor da bandeira de Galicia,
cantémo-lo dereito
a libre nova vida!

Validos de treidores
a noite da Frouseira
á patria escravizaron
uns reises de Castela.
Comestas polo tempo,
xa afloxan as cadeas…
¡irmáns asoballados
de xentes estranxeiras,
ergámo-la bandeira azul e branca!
¡E ó pé da enseña da nazón galega
cantémo-lo dereito
a libertar a Terra!

¡Irmáns no amor á Suevia
de lexendaria historia,
¡en pé! ¡en pé dispostos
a non morrer sin loita!
¡O día do Medulio
con sangue quente e roxa
mercámo-lo dereito
a libre, honrada chouza!
¡Xa está ó vento a bandeira azul e branca!
¡A oliva nunha man, a fouce noutra,
berremos alto e forte:
“¡A nosa terra é nosa!”

Ramón Cabanillas
Da Terra asoballada, 1917.

¡En Pie!

¡Hermanos! En pie, serenos,
la limpia frente erguida,
envueltos en la blancura
de la luz que cae de arriba,
el corazón abierto
a toda palabra amiga,
y en una mano la hoz
y en la otra mano la oliva,
alrededor de la bandera azul y blanca,
alrededor de la bandera de Galicia,
cantemos al derecho
a la libre vida nueva!

Validos de traidores
la noche de la Frouseira
a la patria esclavizaron
unos reyes de Castilla.
Corroidas por el tiempo
ya aflojan las cadenas…
¡hermanos oprimidos
por gentes extranjeras,
ergamos la bandera azul y blanca!
¡Y al pie de la enseña de la nación gallega
cantemos al derecho
a liberar la Tierra!

¡Hermanos en el amor a Suevia
de legendaria historia,
¡en pie! ¡en pie dispuestos
a no morir sin lucha!
¡El dia del Medulio
con sangre caliente y roja
compramos el derecho
a la libre, honrada cabaña!
¡Ya está al viento la bandera azul y blanca!
¡La oliva en una mano, la hoz en la otra,
gritemos alto y fuerte:
«¡Nuestra tierra es nuestra!»

Ramón Cabanillas
De Tierra sojuzgada, 1917.

(Traducción de Mitxel Viteri)

 


besos…

besos

Los besos dados

La memoria de un hombre está en sus besos,
pero nunca es verdad memoria extinta.
Contar la vida por los besos dados
no es alegre. Pero más triste es darlos sin memoria.
Por lo que un hombre hizo cuenta el tiempo.
Hacer es vivir más, o haber vivido,
o ir a vivir. Quien muere vive, y dura.
Así callado, aún mis labios en los tuyos,
te respiro. O sueño en vida o hay vida.
La sospechada vida está en el beso
que vive a solas. Sin nosotros, luce.
Somos su sombra. Porque él es cuerpo cuando
ya no estamos

Vicente Aleixandre

 


bacantes…

bacantes

La bacante y Dionisios

En la noche escuché tu voz.
Entre sueños fui llamada por ti.

Sin pereza aparté la ropa de mi lecho.
En seguida puse mi pie en el frío suelo.

Y pisé las aliagas para subir a tu monte.
Apretando los espinos busqué tu cumbre.

En una mano el tirso, en la otra el collar de la fiera.
Levantaba la vid en la derecha, con la izquierda arrastraba el animal.

Bajo las estrellas desparramé mis cabellos.
En las sombras desaté mis ataduras.

A sedientos sorbos, mi sedienta garganta acabó con tu vino.

Borracha de ti mismo, en el gemido de mi boca ardes.

Puse mi corazón, como un racimo, bajo tus pies de vendimiador .

Mi espalda, como una yegua virgen, al estallido de tu relinga.

Me hice gesto en todas las liturgias que te honran.

Me hice palabra en todas las oraciones que suben hacia ti.

Sabes bien que soy tuya: desde tu trono recibiste mi ofrenda.

Mi amor resplandece a tus ojos: se ve su llama desde el más allá.

Sin embargo, me dejas arder en el fuego que me escuece.
A pesar de todo, no alejas el torrente de angustia que me empapa sin descanso.

Desde el fondo de mi amor despreciado clama a ti mi tormento.

Mi ternura de paloma lucha con tu crueldad de buitre desgarrador.

-Si tu brazo poderoso me arrastró a la noche de tu misterio;
si con voz de tórtola acurrucada me llamaste al bosque de tu nido

¿por qué golpeas mis senos rendidos con el granizo de tu dureza?
¿hasta cuándo clavarás en mi dulce vientre las saetas de tu furor?

-Ama, calla y aguanta, si de verdad amas.
Envuélvete en tu dolor y en tu noche, si me tienes por placer y por luz.

¿Piensas que se puede amar a un dios sin llegar a ser diosa?
¿Piensas que puede nacer una diosa sin que muera una mujer?

Porque me eres bienvenida, he de macerar tu cuerpo para las nupcias.
Porque has de gozar conmigo, te igualaré a mí.

Te quemaré, te quemaré, para que en chispas subas.
He de herirte, he de herirte, para beber tu sangre.

¿Cómo has de nacer en tu ser de mañana si no agonizas en tu ser de hoy?
¿Cómo nacerías para mí si no murieras para ti?

De las tablas de tu ataúd he de hacer tu cuna.
Amasando tus cenizas esculpiré el cuerpo que ya no perderás.

Cuando me dices crueldad son tus labios de tierra los que me hablan.
Cuando tengas tus labios de cielo me has de decir amor.

Ricardo Carballo Calero
De «Oratorio»

 


corrientes…

corrientes

Descripción de un cuerpo

I
Un cuerpo es una vida
o un instante.
Tal vez la vida toda
donde buscas
el secreto misterio de tu suerte.
Pero también un cuerpo nos deslumbra
con la honda inocencia del deseo.
Súbito, apasionado,
limpio,
con el fugaz calor de las ofrendas.
Un cuerpo es un instante
o una vida.

Y aunque la vida siga
de un cuerpo desterrada,
y aunque el instante quede
como sombra del tiempo,
al final de la ausencia
te aguardará la imagen
de una hermosa amazona
perdida en el sendero
donde quedó la vida,
donde flotó el instante.

II
Desnuda eres
como el azul del mar,
un mar bravío.

III
En la limpia corriente de tu cuello
se va mi corazón,
y sólo encuentra
arrecifes de miel
banderas de la vida.

IV
Asombra tanta sal en esta cala,
la embestida agridulce de unas olas
que esconden su tesoro de placer y misterio.
Aquí,
en la ensenada
en el canto imposible de las noches de insomnio
yo también me desnudo.

V
Heridas del amor,
flores de carne:
mi cuerpo ese jardín
donde tus dientes siembran
heridas del amor,
flores…

Álvaro Salvador

 


complicidades…

complicidades

Mi amor por ti es mucho más que amor…

Mi amor por ti es mucho más que amor,
es algo que se amasa día a día,
es proyectar tu sombra junto a mí,
hacer con ellas una sola vida.

Las miradas que ya al conocer
se hablan entre sí en la distancia,
no hacen falta palabras…qué más da!
si ya interpretamos lo que claman.

Los mil detalles que tienes tú por mí,amor
mi descaro al advertir en lo que fallas,
el sincerarme cuando hay que decir
lo que sinceramente no se calla.

Mi amor por ti es mucho más que amor.
Mi amor por ti es como una nevada,
un torrente de luz, algo tan bello…
como ponerse el sol o amanecer el alba.

Rooque Dalton

 


redes…

redes

Cual red que me retenga…

Cual red que me retenga,
dónde un mástil como a Ulises,
dónde un muro de algas pérfidas
que me corte este vuelo,
que me imprima en la lengua
otra sed que no sea
esta sed de tomarte
con huracanes ciegos.
No hay cuerda que me toque,
no hay turbios arrecifes.
Soy un rayo perfecto.
Ardo en un girasol
delirante de celo.
La sangre se me escapa,
tornado adolescente.
Una orquídea de oro
te he de poner por sexo.
No hay ríos maniatados,
no hay sal, no hay torcedura
que me lacere el paso.
Voy a beber el mar
que guardas retenido,
a arrancarte la copa,
el algodón de nieve,
de la leche los lares,
lentos linos, luceros.

Cubro tu cielo tu espalda.
Tú entre mi espalda y el cielo.

Ana Istarú

 


sigilos…

sigilos

Paredes de luna detienen todos los relojes…

Paredes de luna detienen todos los relojes.
En los bosques más cansados de tus ojos
anidé mi palabra, con inhóspito sigilo.
Pronuncio espejos con las manos delgadas de tristeza.
Es el limo de los verbos y la espuma de la carne,
un sol de sílabas y claveles de bolsillo.
Con duda maestra navegué en silencio por tu ombligo.

Beatriz Hernanz Angulo
De «La lealtad del espejo» 1993

 


cetrerías…

cetrerias

Quién es esta sombra…

Quién es esta sombra
que aterriza limpiamente en mi cuerpo
como un halcón.

Su garra me frena las muñecas y la huida.

Su aliento de niebla va sajando despacio,
los tersos y ahora bermejos visillos de mi vientre.

Almudena Guzmán

 


paraísos…

paraisos

Elegía 2

Tú debes ser un ángel
de un edén que he perdido y no recuerdo.
Tienes la luz y aroma conocidos
de un mundo que he vivido, no sé cuando,
más allá de los bosques de mi infancia;
de un mundo amigo y dulce,
de una paz primitiva
que siento perdurar en los demás humanos,
y que a través de tu cristal aún miro,
en la luz de tus ojos.

Por esa luz me llega a este destierro
mi nombre, pronunciando con la cadencia vieja
de cuando yo era niño y me llamaban…
Son como las estrellas que mira un prisionero.
Sobre tu labio tienes, blancamente,
inminencia de vuelo de ala de mariposa.
…Ay, qué triste me pones;
resucitas mis tardes con la luz que tuvieron,
mis sueños por rincones,
mis anhelos difuntos,
aquel alma perdida.

José María Valverde
De «Nuevas elegías. Anticipo»

 


sigilos…

sigilos

XXII Me vienes con las manos germinadas…

Me vienes con las manos germinadas
y pétalos de amor entre los dedos,
sin nombre y sin ayer, con la sonrisa
nevada entre los labios de verano.
Me vienes de la luz y traes contigo
el mosto de la piel y frescas uvas
que al mueso de tu carne se revientan.
Hay agua de jazmín en tu saliva
y cielo en el olvido de tus ojos.
Tú llegas hacia mí, pisando nubes,
borrando la memoria con los brazos,
luchando como ángel con la muerte
que observa sigilosa tras los vidrios.
No queda soledad en los visillos
ni oscuros alfileres de ceniza
que puedan destrozar la primavera.
Miremos más allá de los espejos,
al cielo de alas blancas y espumosas
que hay sobre las olas de los puertos.

Juan José Vélez Otero
De «Panorama desde el ático»

 


aéreos…

aereos

Deslumbramiento por el deseo

Instantáneo relámpago
tu aparición
Te asomas súbitamente
en un vértigo de fuego y música
por donde desapareces

Deslumbras mis ojos
y quedas en el aire

Raúl Gómez Jattin

 


luces…

luces

 

Iluminación

El alma existe.
Y huele
a sales y calor,
lleva un silbido impuro,
arde como la menta
y se pliega y se ciñe
a tu vientre.

Andrés Neuman
De «El Tobogán»

 


tres eran tres…

tres mujeres desnudas Edin Morales

Primaveral

Un muro de cristal. Detrás de él están sentadas
tres muchachas desnudas. Un hombre
sube la escalera. Van apareciendo uno a uno,
rítmicamente, sus talones desnudos, manchados
de polvo rojo. Al rato
el resol, silencioso, miope, cubre
el jardín entero; y se oye
cómo se raja el muro de cristal de arriba abajo
por obra de un gran diamante secreto e invisible.

Yannis Ritsos
De «Testimonios II y III»
Versión de Román Bermejo

 


apariciones…

apariciones

Ella era un fantasma del deleite

Ella era un fantasma del deleite
cuando por vez primera la vi,
ante mis ojos resplandeciente:
una adorable aparición enviada;
para adornar un instante;
Sus ojos eran como estrellas del crepúsculo,
Y del ocaso también sus cabellos oscuros.
Pero todo el resto de ella
provenía de la primavera y su alegre amanecer;
una forma danzante, una imagen radiante
para acosar, sobresaltar y acechar.
La observé más de cerca: un espíritu
¡pero una mujer también!
Leves y etéreos sus movimientos de hogar,
Y su paso era de virginal libertad;
Un semblante en el que se contemplaban
dulces recuerdos, y promesas también;
para cotidiano alimento del ser,
para dolores fugaces, engaños simples,
alabanzas, reproches, amor, besos, lágrimas, sonrisas.
Ahora veo con ojos serenos
el mismo pulso de la máquina;
un ser respirando un aire meditado,
una peregrina entre la vida y la muerte,
la razón firme, la templada voluntad,
paciencia, previsión, fuerza y destreza.
Una mujer perfecta,
noblemente planeada para advertir,
para consolar, y ordenar.
Y aún así un espíritu que resplandece
con algo de luz angelical.

William Wordsworth

 


hermosuras

hermosuras

En tu sonrisa

Ya empieza tu sonrisa,
como el son de la lluvia en los cristales.
La tarde vibra al fondo de frescura,
y brota de la tierra un olor suave,
un olor parecido a tu sonrisa,
y a mover tu sonrisa como un sauce
con el aura de abril; la lluvia roza
vagamente el paisaje,
y hacia adentro se pierde tu sonrisa,
y hacia dentro se borra y se deshace,
y hacia el alma me lleva,
desde el alma me trae,
atónito, a tu lado.
Ya tu sonrisa entre mis labios arde,
y oliendo en ella estoy a tierra limpia,
y a luz, y a la frescura de la tarde
donde brilla de nuevo el sol, y el iris,
movido levemente por el aire,
es como tu sonrisa que se acaba
dejando su hermosura entre los árboles…

Leopoldo Panero

 


degustaciones…

degustaciones

Alianza

Un bosque entero ha regresado desde tu nuca
esta noche, lo he visto conciliador,
amigo, decididamente a favor
de lo posible, tú dormías
tras la severidad de las últimas jornadas.
No quise despertarte, me refresqué en tu pulso.
Las señales parecen indudables:
podemos auxiliar a tiempo, juntos,
al número dos de dios, al tres, a otros acaso.
Ahora es sazón de no olvidar los sueños.

2
Hueles
tan bien. Hay miel como hay sudor,
hay trigo y tierra. Yo lo veo y lo oigo resonante,
tan bien. Sabes tan bien gozar.
Preservas tanto instinto de la flor a la fruta.
Yo lo veo y lo oigo y te respiro y otra vez
te tomo abierta en nuestra mesa de viento.

3
He soñado
la salvación de tu sudor

defiendo
nuestra intimidad común
ante los estragos de este cielo sangriento

recibo
en la libertad de tu cuerpo marcado
la ligera prosodia del placer

he soñado
la salvación de tu sudor.

4
Luego en el filo de la sombra
bailas
iluminada por blanca lentitud, bellísima,
tajantemente viva, sabiendo en todos los poros
y en todas las arrugas del placer,
que es bien cierta la muerte, mas sólo empieza mañana.

Jorge Riechmann
De «El corte bajo la piel»

 


expresiones…

expresiones

Te quiero…

Te quiero.

Te lo he dicho con el viento
jugueteando tal un animalillo en la arena
o iracundo como órgano tempestuoso;

te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

te lo he dicho con las plantas,
leves caricias transparentes
que se cubren de rubor repentino;

te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta;
más allá de la vida
quiero decírtelo con la muerte,
más allá del amor
quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

 


cegamientos…

cegamientos

Eros

Escalo la montaña de tu pecho.
Tus manos son la suma del ardor.
Me pierdo por la fiebre de tus labios.
Nos estalla en los muslos un volcán.

Tu aroma de canela y yerbabuena.
Mi almizcle y mi naranja y mi jazmín.
Y tu olor de simiente desgranada,
y la arena anhelante de mi sed.

Las palabras son música infinita,
estremecido son de viento y mar,
puertas del abandono y la pasión.

No necesito verte: te dibujo
con mis dedos, mis labios y su sal.
Y paladeo el gusto de tu piel.

Isabel Rodríguez Baquero

 


viniculturas…

viniculturas

El vino de los amantes

¡Hoy el espacio es fabuloso!
Sin freno, espuelas o brida,
Partamos a lomos del vino
¡A un cielo divino y mágico!

Cual dos torturados ángeles
Por calentura implacable,
En el cristal matutino
Sigamos el espejismo.

Meciéndonos sobre el ala
De la inteligente tromba
En un delirio común,

Hermana, que nadas próxima,
Huiremos sin descanso
Al paraíso de mis sueños.

Charles Baudelaire
De «El Vino»

 


reflejos…

reflejos

El espejo

A cámara lenta, la luz de la luna una vez atravesó
el soñador espejo,
donde, hincados, inviolablemente hondos,
viejos secretos no olvidados albergan
inolvidables maravillas.
Pero ahora polvorientas telarañas se entrelazan
por el espejo, el que antaño
viera los dedos que retiraban el oro
de una despreocupada frente;
y las profundidades son cegadas a la luna,
y olvidados sus secretos, nunca dichos.

Aldous Huxley
Versión de Jesús Isaías Gómez López

 


ofrendas…

ofrendas

Entrega

Envuélveme…..No temas.
Ante tu fuego vivo
mi carne se deslumbra,
y surge castamente
entre el temblor rosado
de mi liviano traje
para poder ser tuya.

¿No aspiras en el aire
una fragancia débil
que enerva y que conturba?
¿No sientes que tu aliento
se prende como un velo
de sombra en mi cintura?…
Ya ves que hasta mis ojos
en esta noche tienen
fulguración oscura,
y en tus rodillas firmes
mis manos se desgranan
como rosas maduras.
Y al enredar tus dedos
en mis cabellos claros
siento extraña frescura,
mientras caen tus besos
en mi boca sedienta
con la humedad fragante
que se raja una fruta.
Aspírame despacio….
Iniciaré mi entrega
sobre tu carne oscura,
y me alzaré del fuego
santificada y bella
como se alza del mármol
una estatua desnuda.

Laura Victoria


hados…

hados

Destino

Quiero que tu cálido cuerpo desaparezca
educadamente y me deje solo en la bañera
porque quiero considerar mi destino.
¡Destino! ¿por qué me encuentras en esta bañera
ocioso, solo, sin lavar, sin siquiera
la intención de lavarme excepto en el último momento?
¿Por qué no me encuentras en lo alto de un poste de teléfonos,
reparando las líneas que van de ciudad a ciudad?
¿Por qué no me encuentras cabalgando a través de Cuba,
un hombre gigantesco con un machete rojo?
¿Por qué no me encuentras explicando máquinas
a pupilos poco privilegiados, españoles negroides,
contentos de que no sea un cursillo sobre escritura creativa?
Vuelve aquí pequeño y cálido cuerpo,
es la hora de otro día.
El destino ha huido y yo te elijo a ti
que me encontraste mirándote fijamente en un almacén
una tarde hace cuatro años
y has dormido conmigo desde entonces.
¿Qué te parecen mis ojos de pescador después de todo este tiempo?
¿Soy lo que esperabas?
¿Acaso estamos demasiado tiempo juntos?
¿Acaso se avergonzó el destino ante la doble toalla turca,
nuestro conocimiento de nuestras pieles,
nuestro amor que es proverbial en todo el bloque,
nuestro acuerdo de que en cuestiones espirituales
yo debo ser el Hombre del Destino
y tú la Mujer de la Casa?

Leonard Cohen
De «Flores para Hitler» 1964
Versión de Antonio Resines

 


tactos…

tactos

No hay palabras

Tocas un cuerpo, sientes su repetido temblor
bajo tus dedos, el cálido transcurrir de la sangre.
Recorres la estremecida tibieza,
sus corporales sombras, su desvelado resplandor.
No hay palabras. Tocas un cuerpo; un mundo
llena ahora tus manos, empuja su destino.
A través de tu pecho el tiempo pasa,
golpea como un látigo junto a tus labios.
Las horas, un instante se detienen
y arrancas tu pequeña porción de eternidad.
Fueron antes los nombres y las fechas,
la historia clara, lúcida, de dos rostros distantes.
Después, lo que llamas amor, quizá se torne forzada promesa,
levantado muro pretendiendo encerrar,
aquello que únicamente en libertad puede ganarse.
No importa, ahora no importa.
Tocas un cuerpo, en él te hundes,
palpas la vida, real, común. No estás ya solo.

Juan Luis Panero
De «A través del tiempo» 1968


retornos…

retornos

Dilo, dilo otra vez…

Dilo, dilo otra vez, y repite de nuevo
que me quieres, aunque esta palabra repetida,
en tus labios, el canto del cuclillo recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera

llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del cuclillo.
Me saluda en las sombras, amado mío, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,

clamo: «¡Vuelve a decir que me quieres!» ¿Quién
teme un exceso de estrellas, aunque los cielos colmen,
o un exceso de flores ciñendo todo el año?

Di que me quieres, di que me quieres: renueva
el tañido de plata ; mas piensa, amado mío,
en quererme también con el alma, en silencio.

Elizabeth Barret Browning
Versión de Màrie Manent