ósculos…
Confusión de los sentidos
La luz de la luna inunda los laureles
Como música. El aire iluminado por la luna
Está en calma. Tu blanca cara se acerca
A la mía. La pena voluptuosa nos abraza como
Una telaraña, una canción, un perfume,
Luz de luna. Tu pelo cae y nos envuelve la
Cara. Tus labios culebrean entre
Los míos. Tu lengua penetra en mi boca.
Un murciélago vuela a la luz de
La luna. La luz de la luna te inunda los
Ojos, que no tienen iris ni pupilas,
Son sólo globos de fuego frío como los
De los ciervos que pasan junto
A nosotros por el bosque desierto. Tu
Esbelto cuerpo se estremece y huele
A algas marinas. Yacemos y escuchamos
Nuestra respiración a la luz de
La luna. ¿Oyes? Respiramos. Estamos vivos.
Kenneth Rexroth
De «Actos sacramentales»
Versión de Carlos Manzano
individualismos…
“El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo”.
Friedrich Nietzsche
quietudes…
Ahora que todo vuelve…
Ahora que todo vuelve: el silencio y la espera,
las palabras que hemos guardado en lugar seguro
todo este julio de viento y nostalgia.
Ahora que todo vuelve: la tibieza del cuerpo
aquietado y dócil bajo las manos amantes
y aquel perderse en las tardes tranquilas,
bosque adentro, por el tapiz crujiente de hojas de pino,
¿no es su valor este esfuerzo cálido y el quererse
con certeza a solas, la dura
voluntad de permanecer, presente y ausente a la vez,
sin pensar que el tiempo es un vacío sin límites?
Mujer: nada me cuesta decir tu nombre,
aunque estés lejos. Lo escribo en las piedras y el agua,
en la sombra acogedora de los árboles a la vera del río
y en el comedor de casa. Sé que oirás
mis palabras, porque llevas en las manos
el signo de un tiempo nuevo, y has crecido en la esperanza
de que alguien lo aceptara sin hacerte preguntas.
Miquel Martí i Pol
De «He heredado la esperanza»
Versión de Adolfo García Ortega
progresos…
El crecimiento
Con la palabra inauguramos, damos vida.
Yo te nombro la playa de mi cuerpo,
la bahía de mi boca,
el abra de mis brazos.
Yo te nombro callada,
yo te nombro vibrante.
Te digo aves, te digo remolinos.
Espeso ahora mi juventud, tú la adulteces.
Grave ahora mi corazón, tú me lo sanas.
Tú me haces crecer como la tierra plantas,
como la tierra uvas,
como la tierra creces.
Y yo crezco contigo.
Me haces crecer sobre tu cuerpo
y soy como una enredadera
tendido entre tus brazos.
Peso ahora tu corazón y el mío:
peso lo doble.
Jaime Labastida
De «El descenso» (1960)
máscaras…
Defectuosa formación del plural
Disfraz, persona unitiva
Lezama Lima
Cuántos días baldíos
haciéndome pasar por lo que soy.
Máscara sin memoria, líbrame
de parecerme a aquel que me suplanta.
Uno solo será mi semejante
José Manuel Caballero Bonald
Comentarios recientes