El lamento de Dor-lómin

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degustaciones…

degustaciones

Alianza

Un bosque entero ha regresado desde tu nuca
esta noche, lo he visto conciliador,
amigo, decididamente a favor
de lo posible, tú dormías
tras la severidad de las últimas jornadas.
No quise despertarte, me refresqué en tu pulso.
Las señales parecen indudables:
podemos auxiliar a tiempo, juntos,
al número dos de dios, al tres, a otros acaso.
Ahora es sazón de no olvidar los sueños.

2
Hueles
tan bien. Hay miel como hay sudor,
hay trigo y tierra. Yo lo veo y lo oigo resonante,
tan bien. Sabes tan bien gozar.
Preservas tanto instinto de la flor a la fruta.
Yo lo veo y lo oigo y te respiro y otra vez
te tomo abierta en nuestra mesa de viento.

3
He soñado
la salvación de tu sudor

defiendo
nuestra intimidad común
ante los estragos de este cielo sangriento

recibo
en la libertad de tu cuerpo marcado
la ligera prosodia del placer

he soñado
la salvación de tu sudor.

4
Luego en el filo de la sombra
bailas
iluminada por blanca lentitud, bellísima,
tajantemente viva, sabiendo en todos los poros
y en todas las arrugas del placer,
que es bien cierta la muerte, mas sólo empieza mañana.

Jorge Riechmann
De «El corte bajo la piel»

 


Terpsícores…

Terpsicores

Alianza

Un bosque entero ha regresado desde tu nuca
esta noche, lo he visto conciliador,
amigo, decididamente a favor
de lo posible, tú dormías
tras la severidad de las últimas jornadas.
No quise despertarte, me refresqué en tu pulso.
Las señales parecen indudables:
podemos auxiliar a tiempo, juntos,
al número dos de dios, al tres, a otros acaso.
Ahora es sazón de no olvidar los sueños.

2
Hueles
tan bien. Hay miel como hay sudor,
hay trigo y tierra. Yo lo veo y lo oigo resonante,
tan bien. Sabes tan bien gozar.
Preservas tanto instinto de la flor a la fruta.
Yo lo veo y lo oigo y te respiro y otra vez
te tomo abierta en nuestra mesa de viento.

3
He soñado
la salvación de tu sudor

defiendo
nuestra intimidad común
ante los estragos de este cielo sangriento

recibo
en la libertad de tu cuerpo marcado
la ligera prosodia del placer

he soñado
la salvación de tu sudor.

4
Luego en el filo de la sombra
bailas
iluminada por blanca lentitud, bellísima,
tajantemente viva, sabiendo en todos los poros
y en todas las arrugas del placer,
que es bien cierta la muerte, mas sólo empieza mañana.

Jorge Riechmann


plegarias…

plegarias

Canonicemos a las putas

Santoral del sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales
de generosidad.

Das al placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.

Jaime Sabines

 


finales…

finales

 

 

Vivir

Lleva el placer al dolor
y el dolor lleva al placer;
¡vivir no es más que correr
eternamente alrededor
de la esfinge del amor!

Esfinge de forma rara
que no deja ver la cara…;
más yo la he visto en secreto,
y es la esfinge un esqueleto
y el amor en muerte para.

Ángel Ganivet

 


confluencias…

confluenciasEsa chica

Había renunciado, como un muerto,
a la vida, al placer. Me limitaba
a resistir -como un superviviente
el día después- cuando llegaste tú.
No hubo ningún milagro, aunque tampoco
lo esperaba. En el cielo, las estrellas
siguieron alumbrando indiferentes,
ajenas a nosotros.
Aquí abajo
nada cambió. El mundo siguió siendo
el infierno de siempre. Los diarios
siguieron vomitando corrupciones,
atentados, catástrofes… No puedo
ni siquiera decir que mejorase
mi opinión del amor. Por no cambiar,
no cambió ni mi suerte. -Soy el mismo
pertinaz perdedor.-
La diferencia
es sólo que estás tú y que contigo
todo es más soportable. Hasta la vida
vuelve a ser un placer
cuando estamos a gusto.

Javier Salvago


bacanales…

bacanales

Orgía

                                                 «¡Oh! que n’ai-je aussi, moi, des baissers qui dévorent
                                                                                             des caresses qui font mourir….»       
                                                                                                                                             V. Hugo.

¡Ven, cortesana…! ¡Abrásame en delicias!
Quiero las tempestades del placer,
tropicales, frenéticas caricias
con que reanime mi cansado ser.

El fuego del deleite reverbera
en tu pupila brilladora… ¡ven!
En la férvida llama de esa hoguera
quiero quemarme el corazón también.

¡Prendan el fuego del deseo tus ojos,
alumbren tus miradas el festín,
mis labios beban en tus labios rojos
ansia perpetua de placer sin fin!

Del bacanal en el discorde ruido
pase el mañana con el triste ayer…
¿Qué importa al corazón lo que hayas sido…?
Eres hermosa… ¡bésame, mujer!

Beldad de los festines, en tu seno
quizá mi corazón olvidaré,
mi corazón de tempestades lleno,
el corazón imbécil con que amé.

Sí, ¡bésame, mujer…! Dame el olvido
que busco en la demencia del festín,
entre besos y copas, aturdido…
¿Qué me importa la dicha que perdí?

¡Llenad las copas, que desborde el vino!
¡Hay algo aquí que necesito ahogar;
que pase por el alma un torbellino
y barra en ella cuanto en ella hay!

¡Miserable de mí! ¿Cómo no puedo
ahogarte con mis manos, corazón…?
Venid, bebamos, porque tengo miedo
de volver a eso… que llamáis razón.

¡Bebed, amigos! La existencia es sueño,
y mentira de un sueño es la mujer,
de sus caricias al letal beleño
soñemos la mentira del placer.

¡Bebed, amigos! Si al vivir soñamos,
¿despertaremos al morir quizá…?
¿Qué será despertar…? Y bien… ¡bebamos…!
¡Qué importa lo que traiga el más allá…!

Arde mi frente -es un volcán- ¡me abraso!
¡Oh, si llegara de mi vida el fin…!
¡Dame un beso, mujer…! ¡Llenad mi vaso…!
¡Qué grato es el arrullo de un festín…!

Llena, Mercedes, la apurada copa;
bebamos… hasta el fin… así… vacía.
Y ahora… ¡desgarra la importuna ropa,
desnuda el seno al beso de la orgía.

Mitiga de esa lámpara, la llama,
porque quiere un crepúsculo el placer,
el misterio nupcial que se derrama
del velo de la sombra en la mujer.

Destrenza tu magnífico cabello
sobre la desnudez de tus hechizos;
¡cómo seducen en contraste bello
tan blancos hombros y tan negros rizos!

¡Qué bella estás, Mercedes! ¡Me sofoca
el vértigo letal de las delicias,
tus besos de mujer queman mi boca,
la angustia del placer son tus caricias!

¡Mujer, mujer…! ¡Hay fiebre en tus abrazos,
fiebre en tus labios con furor impresos…
¡Hurra… la orgía…! ¡El choque de los vasos
sea la música ardiente de los besos!

Basta… pasó. Tu frenesí y el mío
apaga el tedio con su mano helada;
fantasma del placer, en el hastío
escondes la vergüenza de tu nada.

Siempre en la copa del placer el tedio,
siempre en la copa del amor el duelo;
para el alma ya enferma no hay remedio,
para un maldito corazón no hay cielo.

Y en vano el llanto con la pena crece…
¿De qué sirven las lágrimas mezquinas
si el recuerdo verdugo se guarece
del roto corazón en las ruinas…?

¿De qué sirve el amor, chispa que el cielo
prende en el alma y lo ilumina todo,
si en vez de alzarse se rebaja el suelo
como reptil para arrastrarse en lodo?

Manuel María Flores

 


Hechicerías…

hechicerias

A una dama

Bailas por antojo que al mancebo engríe;
y «escotada» luces dos hechizos fuera,
y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente ríe.

¡Pasas, huyes, tornas y el placer deslíe
fósforo combusto que te pinta ojera,
y tu maridazo mira errar la hoguera
y nada barrunta que le contraríe!

¡Y en el rubio monte de tu cabellera
una flor de grana bruscamente ríe!

Salvador Díaz Mirón


amaneceres…

amaneceres

La noche blanca

Cuando la sombra cae, se dilatan tus ojos,
se hincha tu pecho joven y tiemblan las aletas
de tu nariz, mordidas por el dulce veneno,
y, terrible y alegre, tu alma se despereza.

Qué blanca está la noche del placer. Cómo invita
a cambiar estas manos por garras de pantera
y dibujar con ellas en tu cuerpo desnudo
corazones partidos por delicadas flechas.

Nieva sobre el espejo de las celebraciones
y la nieve eterniza el festín de tus labios.
Todo es furia y sonido de amor en esta hora
que beatifica besos y canoniza abrazos.

Para ti, pecadora, escribo cuando el alba
me baña en su luz pálida y tú ya te has marchado.
Por ti, cuando el rocío bautiza las ciudades,
tomo la pluma, lleno de tu recuerdo, y ardo.

Luis Alberto de Cuenca

 


alabanzas…

alabanzas.jpg

 

 

Elogio del placer en Sevilla

En qué pliegue de tu carne desdoblada
anidaba el placer

y por qué ahora
tras un vuelo instantáneo
dilata el magnolio
desborda el río
excede el vino la torre de naranjos

por qué respira tanto
en el pecho del mundo.

Jorge Riechmann

 


Eva Y Cipris…

evaycipris.jpg¡Carne, celeste carne de la mujer!

¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla
-dijo Hugo-, ambrosía más bien ¡oh maravilla!
La vida se soporta,
tan doliente y tan corta,
solamente por eso:
¡roce, mordisco o beso
en ese pan divino
para el cual nuestra sangre es nuestro vino!
En ella está la lira,
en ella está la rosa,
en ella está la ciencia armoniosa,
en ella se respira
el perfume vital de toda cosa.

Eva y Cipris concentran el misterio
del corazón del mundo.
Cuando el áureo Pegaso
en la victoria matinal se lanza
con el mágico ritmo de su paso
hacia la vida y hacia la esperanza,
si alza la crin y las narices hincha
y sobre las montañas pone el casco sonoro
y hacia la mar relincha,
y el espacio se llena
de un gran temblor de oro,
es que ha visto desnuda a Anadiomena.

Gloria, ¡oh, Potente a quien las sombras temen!
¡Que las más blancas tórtolas te inmolen!
¡Pues por ti la floresta está en el polen
y el pensamiento en el sagrado semen!

Gloria, ¡oh, Sublime que eres la existencia,
por quien siempre hay futuros en el útero eterno!
¡Tu boca sabe al fruto del árbol de la Ciencia
y al torcer tus cabellos apagaste el infierno!

Inútil es el grito de la legión cobarde
del interés, inútil el progreso
yankee, si te desdeña.
Si el progreso es de fuego, por ti arde,
¡Toda lucha del hombre va a tu beso,
por ti se combate o se sueña!

Pues en ti existe Primavera para el triste,
labor gozosa para el fuerte,
néctar, Ánfora, dulzura amable.
¡Porque en ti existe
el placer de vivir hasta la muerte
y ante la eternidad de lo probable!…

Rubén Darío

 


transiciones…

transiciones

 

II –  Tanta belleza pura que agiganta el sentido…

Tanta belleza pura que agiganta el sentido
puede cegar el día, invadir llama a llama
y quemar de silencio una posible muerte,
tanta desnuda belleza puede ser un prodigio
de: viva fantasía siempre inalcanzable
pero el amor existe desde los ojos al viento
y vive sin fin en los cuerpos futuros
que habiten largas noches de placer transmigrado
de estas arenas profundas que el tiempo nos destina,
querencias de las raíces más sensibles de la sangre,
vívidas como un fuego crepitando en el abismo
que nos abraza el alma en delirio infinito
de muertes transparentes, amor eternizado
de infinitos deseos, transmutación de la carne
en indecible verso, pleno conocimiento
en el corazón de la vida, encarnación invisible
de la entraña misteriosa que nos vive y desborda
en un amor para los cuerpos sol a sol, luna a luna,
en un amor de mil días con mil horas amadas
hasta la muerte más dulce, silenciosa y continua,
hasta el silencio puro de las venas colmadas
de luz líquida, sangre que resiste el incendio
del corazón abierto, carne al viento en desmayo
de nieve y lirios, rosas como estrellas ardientes,
tanto amor transfigura, puede herir sin pausa
largas tardes desiertas para un júbilo a voces
de múltiple silencio, aves de amor, ventura
en el horizonte del sueño, cuerpos como esperanzas,
deseos como un cielo o muertes tan amigas
para vivir las noches con albas esperadas,
para vivir el mundo amaneciendo todo
en ese amor transparente que llevamos en los ojos.

Miguel Anxo Fernán-Vello
De Seivas de amor e tránsito, 1984

 


placeres…

placeres

 

Amo a una mujer de larga cabellera…

Amo a una mujer de larga cabellera
como en un lago me hundo en su rostro suave
en su vientre mi frente boga con lentitud
palpo muerdo acaricio volúmenes sedosos
Registro cavidades me esponjo de su zumo
mujer pantano mío araña tenebrosa
laberinto infinito tambor palacio extraño
eres mi hermana única de olvido y abandono
tus pechos y tus nalgas de dobles montes gemelos
me brindan la blancura de paloma gigante
el amor que nos damos es de noche en la noche
en rotundas crudezas la cama nos reúne
se levantan columnas de olor y de respiros

Trituro masco sorbo me despeño
el deseo florece entre tumbas abiertas
tumbas de besos bocas o moluscos
estoy volando enfermo de venenos
reinando en tus membranas errante y enviciado
nada termina nada empieza todo es triunfo
de la ternura custodiada de silencio
El pensamiento ha huido de nosotros
Se juntan nuestras manos como piedras felices
Está la mente quieta como inmóvil palmípedo
las horas se derriten los minutos se agotan
no existe nada más que agonía y placer

Placer tu cara no habla sino que va a caballo
sobre un mundo de nubes en la cueva del ser
Somos mudos no estamos en la vida ridícula
Hemos llegado a ser terribles y divinos
Fabricantes secretos de miel en abundancia
Se oyen los gemidos de la carne incansable
En un instante oí la mitad de mi nombre
saliendo repentino e tus dientes unidos
En la luz puede ver la expresión de tu faz
que parecías otra mujer en aquel éxtasis

La oscuridad me pone furioso no te veo
No encuentro tu cabeza y no sé lo que toco
Cuatro manos se van con sus dueño dormidos
y lejos de ellas vagan también los cuatro pies
Ya no hay dueños no hay más que suspenso y vacío
El barco del placer encalla en alta mar
¿Dónde estás? ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Quién eres?

Para siempre abandono este interrogatorio
Ebrio hechizado loco a las puertas del morbo
grandiosa la pasión espero el turno fálico

De nuevo en una habitación estamos juntos
Desnudos estupendos cómplices de la Muerte.

Carlos Edmundo de Ory

 


desconocidos…

desconocidos

 

Amour Fou

Apaguemos la vela y en silencio
hagamos el amor palpando sombras.
Que crujan de placer nuestros desnudos.

Que las ondas de aliento entrecortado
te rosen el fulgor de los pezones.
Probemos de esta miel la noche toda.

Luego me marcharé sin despertarte:
no dejaré ningún beso dormido
sobre tus labios blandos y entreabiertos.

Y olvidaré las calles que desande,
por si vuelve a surgirnos la ocasión
de querernos como desconocidos.

Rafael Espejo
De «El vino de los amantes» 2001

 


limpiezas…

Bajo la lluvia

¡Cómo resbala el agua  por mi espalda!
¡Cómo moja mi falda,
y pone  en mis mejillas su frescura de nieve!
Llueve, llueve, llueve,
y voy,  senda adelante,
con el alma ligera y la cara radiante,
sin sentir, sin soñar,
llena de la voluptuosidad de no pensar.

Un pájaro se baña
en una charca turbia. Mi presencia le extraña,
se detiene… me mira… nos sentimos amigos…
¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!
Después es el asombro
de un labriego que pasa con su azada al hombro
y la lluvia me cubre de todas las fragancias
de los setos de octubre.
Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado
como un maravilloso y estupendo tocado
de gotas cristalinas, de flores deshojadas
que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.
Y siento, en la vacuidad
del cerebro sin sueño, la voluptuosidad
del placer infinito, dulce y desconocido,
de un minuto de olvido.
Llueve, llueve, llueve,
y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.

Juana de Ibarbourou