El lamento de Dor-lómin

Entradas etiquetadas como “recuerdo

Feliz cumpleaños mi amado Amo…

1537030150787

 

Tanjoubi omedeto gozaimasu!!!

 

 

Mi Amo tenía días pensando qué podía obsequiarle, qué decirle, qué escribirle, y sinceramente me está costando más de lo que pensé, y no es porque no tenga nada para decir, si no porque tengo demasiado, y no quería caer en el típico “feliz cumpleaños”, o en el “felicidades que cumpla muchos años más”, o cantarle virtualmente las mañanitas mexicanas… Y no porque no desee hacer todo eso (de hecho ya lo hice), si no porque quería obsequiarle otra cosa, aunque aún no tenga muy claro qué, pero lo que si tengo claro es que deseo darle o hacer algo especial y único para usted mi Amo, porque usted lo merece, porque es mucho lo que me ha dado y lo que me ha hecho crecer. Me regresó la confianza, la ilusión y el deseo de pertenecer; aún me cuesta creer que un Hombre, un Señor, un Amo como usted haya puesto sus ojos en mí, sé que me quiere porque me lo demuestra y hace sentir cada día, respeta y cuida mi cuerpo, que en mi inteligencia, en mi mente y mi alma vé mi belleza… Que usted vé más allá de un cuerpo, vé y siente mi entrega, eso hace que me llene de confianza, que me sienta segura, confiada, amada, cómoda, feliz y especial cuando me muestro para usted en ese momento de la entrega.
Aún recuerdo la primera vez que me entregué y arrodillé ante usted, que me llamó Meinuchan por primera vez, diciéndome y haciéndome su sumisa, su perrita, sin duda ese momento fue uno de los más nerviosos sí, pero también uno de los más felices de mi vida… Durante todos estos meses usted ha cuidado de mí, de mi cuerpo, de mi mente y mi alma; de mi integridad física y mental… Gracias por ser la persona en quién puedo creer y confiar, gracias por hacerme sentir protegida, gracias por su paciencia, por su apoyo y palabras en los momentos más difíciles, gracias mi Amo por convertirse en mi refugio, y eternamente gracias por permitirme compartir con usted este primer cumpleaños, espero y deseo sea el primero de muchos o de todos a su lado mi Amo.

Domo Arigato, Aishiteru yo ❤&💙

 

Meinuchan de Mitxel.


recuerdos…

recuerdos

Florescencia

                                                                Para el hombre que amo

 

En el eco ojival de mi transparencia
en tu recuerdo me diluyo…

Mis húmedos surcos navegables
afloran
en el intermitente canto de tus deseos.

Sumerges pistilos en mis labios abismales,
produciendo capilares estertores
me vuelvo tu cómplice
y convulsiona mi cuerpo en tu lecho.

En tus manos soy mar incontenible,
horizontales anhelos,
hembra previsible ante la presencia
de innumerables goces.

Mis secretos escondidos humedeces.
Poro a poro se bañan mis fuegos seculares,
tiemblo, grito,
mareas sucesivas y salvajes
repertorio de conjunciones fulminantes.
Embates fragorosos, ¡gemidos!
Incontrolables pulsaciones
del conjuro procreador multiplicante.

Ya sin quejas descanso en tu piel
despejada de líquidas sorpresas.
Tranquila,
serena,
iluminada.

Lina Zerón
De «La spirale du feu» 1999

 


frescores…

frescores

Sueño

¿Aún ríe tu cuerpo con la intensa caricia
de la mano o del aire y en ocasiones reencuentra
en el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan
con un temblor de la sangre, con una nada. También
     el cuerpo
que se tendió a tu flanco te busca en esta nada.

Era un juego liviano pensar que un día
la caricia del alba emergería de nuevo
cual inesperado recuerdo en la nada. Tu cuerpo
despertaría una mañana, enamorado
de su propia tibieza, bajo el alba desierta.
Un intenso recuerdo te atravesaría
y una intensa sonrisa. ¿No regresa aquel alba?

Aquella fresca caricia se habría apretado a tu cuerpo
en el aire, en la íntima sangre,
y habrías sabido que el tibio instante
respondía en el alba a un temblor distinto,
un temblor de la nada. Lo habrías sabido
igual que, un día lejano, supiste que un cuerpo
se tendía a tu lado.
                                            Dormías con ligereza
bajo un aire risueño de efímeros cuerpos,
enamorada de una nada. Y la intensa sonrisa
te atravesó abriéndote los ojos asombrados.
¿Nunca más regresó, de la nada, aquel alba?

Cesar Pavese
Versión de Carles José i Solsora

 


memorias…

memorias

***

 

Recuerdo el amor que me nacía al tiempo de la lluvia.
Recuerdo los baúles y las colchas de hilo,
las flores de lavanda volando por espacios abiertos y felices,
aquella despiadada multitud de grillos debajo de las lápidas,
y tus besos, pan y aceite, detrás de los postigos.

Recuerdo aquellos días cuando tú me besabas
tras las torres caídas del castillo y las olas.
Y recuerdo las noches naufragando tu cuerpo
en aquella penumbra universal del hambre.

Yo entonces era otra.
Pero no he renunciado ni al amor ni a la herida.

Elsa López
De «Del amor imperfecto»

 


epístolas…

epistolas

3. Mensaje que no espera respuesta

Porque llegaste del ensueño mismo,
súbito y espontáneo,
rompiendo ligaduras imposibles
con atrevidos brazos.

Porque en la sombra, densa y sin orillas,
fuiste un momento blanco:
soplo fugaz de giros jubilosos,
voz de risa y de canto.

Porque advertiste el signo de mi angustia,
cuajado en hierro amargo;
adivinando en la inquietud rebelde
el impulso amarrado.

Porque tu beso te nació en el alma
y no sólo en los labios:
savia que reventó, dulce y violenta,
en rosa de milagro.

Por tu fino sentido de ternura,
nido de mi cansancio,
donde confiada la tristeza-niña
pudo dormir un rato.

Por las tardes de octubre, por las noches
enjoyadas de astros;
cuando vibraba en el caudal de vida
ritmo celeste claro.

Por el móvil fulgor que aprisionaba
la seda de tus párpados;
por la palabra bella que envolvía
el pensamiento diáfano.

Por el ovillo tibio de caricias
enredado en tu mano;
por la dicha de amor que no cabía
en el pecho esponjado.

Por el vértigo loco de las horas
que se fueron, volando…
Por el dolor que nos cayó, de golpe,
como cifra de pago.

Va este mensaje de añoranza ingenua,
persiguiendo tu rastro
por las rutas profundas del silencio,
con instinto de pájaro.

Ha de llegar a ti casi sin fuerzas:
pequeño y azorado;
ala de miedo, pico de nostalgia,
corazón de fracaso.

Y en el círculo quieto del recuerdo,
sobre tu pecho cálido,
tímidamente soltará el motivo
de su arrullo delgado.

Claudia Lars
de «Canción Redonda»

 


amaneceres…

amaneceres

La noche blanca

Cuando la sombra cae, se dilatan tus ojos,
se hincha tu pecho joven y tiemblan las aletas
de tu nariz, mordidas por el dulce veneno,
y, terrible y alegre, tu alma se despereza.

Qué blanca está la noche del placer. Cómo invita
a cambiar estas manos por garras de pantera
y dibujar con ellas en tu cuerpo desnudo
corazones partidos por delicadas flechas.

Nieva sobre el espejo de las celebraciones
y la nieve eterniza el festín de tus labios.
Todo es furia y sonido de amor en esta hora
que beatifica besos y canoniza abrazos.

Para ti, pecadora, escribo cuando el alba
me baña en su luz pálida y tú ya te has marchado.
Por ti, cuando el rocío bautiza las ciudades,
tomo la pluma, lleno de tu recuerdo, y ardo.

Luis Alberto de Cuenca

 


pálidos…

palidos

 

Blanca taciturna

Qué día de silencio enamorado
vive en mi gesto vago y en mi frente.
Qué día de nostalgia suavemente
solloza amor al corazón cansado.

Alta, dulce, distante, se ha callado
tu nombre en mi voz fiel, pero presente
su turbia luz mi soledad lo siente
en todo lo que existe y ha soñado.

En la tarde vagando, voluptuoso
de horizontes sin fin, la lejanía
me envuelve en tu recuerdo silencioso.

Claros cabellos, cuerpo, ojos lejanos,
pálidos hombros. Oh, si en este día
tuviera yo tu mano entre mis manos.

Fernando Charry Lara

 

 


parecidos…

parecidosCanción a la mujer lejana

En ti recuerdo una mujer lejana,
lejana de mi amor y de mi vida.
A la vez diferente y parecida,
como el atardecer y la mañana.

En ti despierta esa mujer que duerme
con tantas semejanzas misteriosas
que muchas veces te pregunto cosas
que solo ella podría responderme.

Y te digo que es bella, porque es bella,
pero no se decir, cuando lo digo,
si pienso en ella porque estoy contigo
o estoy contigo por pensar en ella.

Y sin embargo si el azar mañana
me enfrenta con ella de repente
no seguiría a la mujer ausente
por retener a la mujer cercana.

Y sin amarte mas, pero tampoco
sin separar tu mano de la mía,
al verla simplemente te diría:
«Esa mujer se te parece un poco».

José Ángel Buesa

 


lujurias…

lujurias

 

Jardines de Verlaine

La diosa,
violada por la luz,
agita
la trémula lujuria del recuerdo,

desnuda bailarina de cristal.

Adolfo Burriel
De «Furtivos días» 2005

 


olvidos…

olvidos.jpg

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Luis Cernuda


recuerdos…

recuerdos.jpg

 

Volver

Mi recuerdo eran imágenes,
en el instante, de ti:
esa expresión y un matiz
de los ojos, algo suave

en la inflexión de la voz,
y tus bostezos furtivos
de lebrel que ha maldormido
la noche en mi habitación.

Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
para verse y recordar
que yo también he cambiado

Jaime Gil de Biedma

 


invocaciones…

invocaciones2

Desde el fondo del vino una mujer me invoca…

Desde el fondo del vino una mujer me invoca
con un riesgo sinuoso. Su cuerpo se ilumina
como exaltada llama empañada de invierno,
como enterrada lluvia rompiendo sus latidos,
deshaciéndose en música envolvente,
tan desolada y bella, hasta cegarme.

El oro fascinado de su risa
me lleva hasta el delirio de celebrar su cuerpo.
Con su hechizo me invade desde el aura
de su rosa sombría, que absorbe en su corola
el absoluto tiempo que viví.

Y así, preso y errante, en su inquieto perfume
tibiamente lejano, me destierra en el vino
bajo la maldición de su recuerdo.

Justo Jorge Padrón