El lamento de Dor-lómin

Archivo para abril, 2015

hipocresias…

John Lennon“Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día.”

John Lennon.


nayades…

nayadesBaño en cueros

Haberlo vivamente deseado y verlas
pisar el agua que la luna enturbia
y estarlas a mirar; los cuerpos blancos
romper la sombra del metal luciente
-desnudo universal, desnudo hasta la muerte-
y quedarse indeciso, en pie, en lo oscuro,
como un viejo marino sospechando un tiempo
súbitamente aventuroso, y, luego,
olvidando los restos de la cena triste
con guitarra y golletes salivosos,
entrar a carga de animal entero
llamado por el agua o por los cuerpos.

Corre hasta el filo castrador del frío,
agua como de espadas.
Las estatuas
se ablandan entre risas, en la espuma.

Carlos Barral

 


bailarinas…

bailarinasLa noche y el día (I)

A Delia, bailarina oscura

La música traiciona el sentimiento,
Delia, en tus ojos, tan divinamente
que hacen su noche oscura transparente
de sobrenatural entendimiento.

Los astros, que armonioso movimiento
rige, mintiendo amor, calladamente,
buscan en tu mirada el aparente
reflejo a su encendido pensamiento.

Nocturno afán no pudo a ti engañarte;
la luz que fue en tus pies, bailando, estrellas,
tus pasos, no tus ojos, la mintieron.

Te fuiste con la música a otra parte,
hurtando tus pisadas a sus huellas
con sombras que a la noche te volvieron.

José Bergamín

 


zarpazos…

zarpazos

 

A brazo partido

Llevo en los huesos tanto amor metido
que sólo en carne viva y a bandazos,
voy capeando el mar de estos dos brazos
entre los que me encuentro sometido.

No, no basta gritar, tomar partido,
morir hasta caerse uno a pedazos;
hay que hundir a caricias y a zarpazos
tu corazón, tu corazón vencido.

Quiero daros la vida que me sobra,
y este amor que me arranca de los huesos.
Vuestro mi corazón, vuestra mi obra

de compartir lo vuestro y nuestro y mío,
consumidos en cólera y en besos.
Sólo a mi amor vuestro dolor confío.

José Albi

 


vecindades…

vecindadesComo aquella otra

Sí, vecina: te puedes dar la mano,
esa mano que un día fuera hermosa,
con aquella otra eterna silenciosa
«que se cansara de aguardar en vano».

Tú también, como ella, acaso fuiste
la bondadosa amante, la primera,
de un estudiante pobre, aquel que era
un poco chacotón y un poco triste.

O no faltó el muchacho periodista
que allá en tus buenos tiempos de modista
en ocios melancólicos te amó

y que una fría noche ya lejana,
te dijo, como siempre: «Hasta mañana…»
pero que no volvió.

Evaristo Carriego

 


miradas…

miradaQue tu mirada vaya…

Que tu mirada vaya
dejando de separar
impresiones sensibles, afectivas,
de las meras formas,
y resbale, no coherente,
a despojar de relieve lo que encuentre,

indicaría cómo pierdes
el dominio sobre ella,
paralizado también
tu cuerpo en lo que hasta ahora fue:
manifestación y participación,
y en suspenso
la rutina del hablar y el pensar,
la exigencia de que hablar
y no pensar no se puede,
ni pensar callando.

Y más aun haría patente
un empezar a abandonarte
a lo suelto y espontáneo
como viento, como corriente,
viento y corriente,
no ya situaciones fijas, inmovilidad objetiva,

no ya dilemas,
sino un calmo estar
en el que te permitas verte
cazando pájaros con redes,
liebres con gestos,
irreflexivamente.

Alberto Girri

 


olvidos…

olvidosDespertar

Entra la luz y asciendo torpemente
de los sueños al sueño compartido
y las cosas recobran su debido
y esperado lugar y en el presente
converge abrumador y vasto el vago
ayer: las seculares migraciones
del pájaro y del hombre, las legiones
que el hierro destrozó, Roma y Cartago.

Vuelve también la cotidiana historia:
mi voz, mi rostro, mi temor, mi suerte.
¡Ah, si aquel otro despertar, la muerte,
me deparara un tiempo sin memoria
de mi nombre y de todo lo que he sido!
¡Ah, si en esa mañana hubiera olvido!

Jorge Luis Borges

 


enfrentados…

enfrentados

 

Frente a frente, los dos

Los dos damos igual: pálpito y celo.
El corazón nos juega su sonrisa
y un sol titiritero da en el suelo
desnucado, de su áurea cornisa.

Ni luna enardecida, ni alta brisa:
firmamentos de cal a tu recelo
y una hora inmóvil, silenciosa y lisa
desgranando en mis pulsos su desvelo.

frente a frente los dos, con nuestro beso
embridado de dientes y de brumas,
dudando en decidirse -libre o preso-
por lecho de cristal, nardos o espumas.

Victoriano Crémer

 


Decantada

5c4a9f5fbf2ebe891caac9e48b1aa764Soy de arcilla.
Una muñeca de muñecas
llenas de maullidos.
Hoy me duele
la pequeña niña
que nunca fuí.
La joven que tejía
inocencias como escudos.
La madre que no pude ser.
Arañada por memorias
que mi desmemoria
no desecha.
Grano a grano
me deslizo
en un baile viejo
mientras gira
la sonrisa dulce
que abraza
trémula y tierna
la tinta de mis venas.
Como Sally voy
de costura en costura,
añadiendo hilo
en cada siete de mis dedos.
Y detengo a Cronos
aquietada
en la garganta
de un tiempo
que no es mío.
Me decanto.
Arqueada hasta encontrarme,
no en la arena
ya brumosa…
No.
Sino en la que espera
por caer.
Soy de aire.
Tan ligera como un humo.
Aspirada y devuelta
en un aliento transparente.
Apenas un nombre
o un apodo.
Pero soy.
Sin cadenas ni palabras.
Ese abrazo que nunca fue
Ese hago yo mío
y lo bailo.
Como se bailan
las cosas imposibles.
Con toda el alma
hecha ventisca.
Soy un fuego.
Una brasa que no cesa
Una chispa nada más.
Arabesco en una sombra
de matrioskas.
Y soy de carne.
En la tierra
soy de carne.
Furiosa,
encarnizada
y cruda carne
que desmenuza alaridos
de felina necesidad
mientras danza,
disparatada,
como una hurí,
usando mis rodillas
y mis manos
y mis dientes
para avanzar,
grano a grano,
hasta alcanzarme
y recoger,
en ese segundo incomparable,
a la mujer
que el tiempo
o la vida
ha modelado.
No soy un eco
ni un redoble.
No soy agua.
Soy yo misma.
Soy yo misma.
Decantada,
desnuda de palabras ya.
Yo misma.
Nada menos.
Nada más.


Gatita de Mitxel, 6 de abril de 2015


Sólo dentro

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Dentro,
donde es más fácil mirar.
Cálido hueco de espuma
donde se acomoda el cuerpo,
se cobijan las piernas recogidas,
donde no hay sonidos
no hay cacofonías.
Dentro,
donde el abrazo es honesto,
crudo,
descarnado pero nuestro.
Dentro,
donde no duele nada,
nada se aparta,
nada nos deja,
todo queda dentro.
En ese espacio tentacular
donde la mente rezuma tinta
y nos pinta los labios.
Dibuja sonrisas
Talla palabras.
Y rompe moldes,
destroza conceptos.
Dentro,
donde todo es sencillo,
todo natural y fresco.
Todo auténtico,
bueno.
Sólo eso,
ahí te reencuentro.
Con los brazos abiertos.
En mí.
Ahí.
Dentro, sólo dentro.
Mi boca roja y negra
bebe tus dedos.

Gatita de Mitxel, 4 de abril de 2015


licantropías…

licantropiasCarta al lobo

Querido Lobo:
Llego aquí después de cruzar el mar abierto del bosque,
el mar vegetal que habitas,
el abierto de ira en la oscuridad y la luz que lo cruza
a hurtadillas,

en su densa, inhabitable noche de aullidos que impera
incluso de día o en el silencio

mar de resmas de hojas
que caen y caen y crecen y brotan, todo al mismo tiempo,
de yerbas entrelazadas,
de mareas de pájaros,
de oleadas de animales ocultos.

Llegue aquí cruzando el puente que une al mundo
temeroso con tu casa,

este lugar inhóspito,
inhóspito porque esta la mar de habitado,
habitado como el mar.

En todo hay traición porque todo esta vivo…

Por ejemplo, aquello, si desde aquí parece una sombra,
¿hacia donde caminara cuando despierte?
Como fiera atacara cuando pase junto a él,
cuando furioso conteste el sonido de mis pasos.

Así todo lo que veo.
En todo hay traición

…era el camino, lobo,
la ruta que me llevaba a ti…

Escucha mi delgada voz, tan cerca.
Ya estoy aquí.

Escoge de lo que traje lo que te plazca.
Casi no puedes mirarlo,
insignificante como es,
perdido en la espesura que habitas.
Estoy aquí para ofrecerte mi cuello,
mi frágil cuello de virgen,
un trozo pálido de carne con poco, muy poco que roerle,
tenlo, tenlo.
¡Apresura tu ataque!
¿Te deleitaras con el banquete?
(No puedo, no tengo hacia donde escapar
y no se si al clavarme los dientes
me miraras a los ojos).

Reconociéndome presa
y convencida de que no hay mayor grandeza que la del
cuello de virgen entregándose a ti,

ni mayor bondad que aquella inscrita en tu
doloroso,
lento
interminable
y cruel
amoroso ataque,

cierro esta carta.
Sinceramente tuya,

                                   Carmen.

Carmen Boullosa