guerras…
Batalla última
Abrumador ejército de lanceros embiste
satánica belleza en ajustado cuero.
Los potros se encabritan por su cintura ígnea,
por sus ojos de turbios y anhelantes rubíes,
por sus labios –venero de besos criminales–.
El gímnico celeste afila sus estrellas.
Y, en la tiniebla, grita la pasión de los hierros.
Los hijos de la noche destruyan el poemario.
Jamás haya otra lumbre que el hipnótico espejo
líquido de la pátera
del infernal doncel.
Pedro Gandía
De «Amuatar» 1977-1980
lejanías…
Pájaro lejano
Recuerdo aquel cristal de tiempo plano y frío.
Aquel amor primero.
Recuerdo su mullida voz blanquísima,
y aquellas dos columnas esbeltas de sus piernas.
Recuerdo su mirar de flores de azabache
y aquellas mariposas que, en su pecho colérico
de arena, se estrellaban.
Recuerdo la espiral violenta de su boca,
las fresas de sus besos,
y recuerdo que un día se perdió bajo tierra.
Y yo me volví loco, y se llenó mi cama
de nervios y de ardillas.
Pedro Gandía
De «Sábana Blanca-Sábana Negra» 1972
conjuros…
desleal a los dioses de todos tus poemas
por estos bellos ídolos con temporizador
sus cuerpos se suceden
como olas en la arena
y como olas se rompen
contra tu corazón
no te forjes ensueños en mundos desvelados
retírate y acepta el juego de no ser
si ayer lo que escribías
querrías revivirlo
hoy no querrías saber
escribir lo que vives
Pedro Gandía
De «El Perfume de la Pantera» 1982-1983
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