El lamento de Dor-lómin

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incomunicaciones…

incomunicaciones

Mis versos, escritos tan temprano…

Mis versos, escritos tan temprano
que no sabía aún que era poeta,
inquietos como gotas de una fuente,
como chispas de un cometa,

lanzados como ágiles diablillos al asalto
del santuario donde todo es sueño e incienso,
mis versos de juventud y de muerte
-¡mis versos, que nadie lee!-,

en el polvo de los estantes dispersos
-¡que ninguna mano toca!-,
como vinos preciosos, mis versos
también tendrán su hora.

Marina Tsvetáieva
Versión de Severo Sarduy

 


trenzados…

trenzados

Entrega a su amada unos versos

Sujeta tu pelo con horquilla de oro,
y recoge esas trenzas vagabundas.
Pedí a mi corazón que hiciera estos pobres versos:
en ellos trabajó día tras día
una triste hermosura edificando
con restos de batallas de otros tiempos.

Con sólo levantar la perla de tu mano,
ceñir tu largo pelo y suspirar,
corazones de hombres laten y arden;
y la espuma cual cirio sobre la arena opaca
y estrellas remontando el cielo con rocío,
sólo viven para iluminar tus pies que pasan.

William Butler Yeats
Versión de Enrique Caracciolo Trejo


germinaciones…

germinaciones

 

 

El fruto redondo

Sí, también yo quisiera ser palabra desnuda.
Ser un ala sin plumas en un cielo sin aire.
Ser un oro sin peso, un soñar sin raíces,
un sonido sin nadie…
Pero mis versos nacen redondos como frutos,
envueltos en la pulpa caliente de mi carne.

Ángela Figuera Aymerich

 


voces…

voces

Cómo ha de ser tu voz…

Ten una voz, mujer,
que pueda
decir mis versos
y pueda
volverme sin enojo, cuando sueñe
desde el cielo a la tierra…
Ten una voz, mujer,
que cuando me despierte no me hiera…
Ten una voz, mujer, que no haga daño
cuando me pregunte: ¿qué piensas?
Ten una voz, mujer,
que pueda
cuando yo esté contando
las estrellas
decirme de tal modo
¿qué cuentas?
que al volver hacia ti los ojos
crea
que pasé contando
de una estrella
a otra estrella.
Ten una voz, mujer, que sea
cordial como mi verso
y clara como una estrella.

León Felipe

 


remembranzas…

remembranzas

 

Canción para la esposa ajena

Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,
sin que nadie descubra cuál relata su historia,
pues será simplemente, los versos de un poeta,
tras de arrancar la página de la dedicatoria…

Y pasarán los años… Pero acaso algún día,
o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,
abrirás la gaveta – como una rebeldía,
y leerás mi libro- tal vez como un despecho.

Y brotará un perfume de una ilusión suprema
sobre tu desencanto de esposa abandonada.
Y entonces con orgullo, marcarás la página…
y guardarás mi libro debajo de la almohada.

José Ángel Buesa

 


Homenaje a todos los poetas anónimos que dejan caer versos al azar

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Ruedo y caigo y fenezco y renazco
y nadie sabe del amor que me anida.
Tinta de noches solitarias y ebrias
que calientan los dedos
de mi pobre, muy pobre, Hacedor.

Soy viajero de bolsillos apolillados,
conozco las vetas de mil y una mesas,
me visto de los aromas
de mil y una derramadas cervezas.
Una vez fui parte de un todo.
Poemario viejo y deslucido
a base de susurros roncos
declamado…

Hoy me beso a mí mismo en arrugas
de una mano indiferente,
que apenas me ha leído.
Y me sabré barrido, viajado, recorrido.
Y quizás acampen mis viejos huesos
en un nuevo bolsillo
que necesite mi esperanza
de amoroso poema desvestido.

Dónde está mi dueño azaroso.
Dónde el motivo de su ausencia.
Esta noche hace frío,
ni calor de lumbre para un cigarro seré.
Esférico el lomo del espinazo
me han dejado.
Y, sin saberlo,
dos versos así han juntado…

«Recógeme, amor…
…porque estoy extraviado»

Gatita de Mitxel, 13 de junio 2014

 


poetas…

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De poeta a poeta

Sabes -y sueles- hacer el amor
como el poeta construye sus versos:
con acordada mezcla
de pasión y sistema
(y no digo artificio),
de música, entusiasmo,
intuición y saber.
Precisas emociones
las transformas en ritmo
y melodiosa fantasía
enriquece tus gestos;
sabrosa perversión
los enloquece.
Cuando estás inspirada, que es bastante a menudo,
me transportas a límites nunca antes alcanzados.
De poeta a poeta:
enhorabuena.
¿Cómo podría hacerme
con tus obras completas?

Jesús Munárriz
«Esos tus ojos» 1981

 


trascendencias…

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Epitafio

    «yesca me han hecho de invisible fuego»
        Francisco de la Torre

Fui un viejo juglar, y conté historias.
Mi nombre os es indiferente.
Sólo dejo constancia de mi oficio
porque fue oficio quien dictó mis versos
no la pequeña vida que viví,
ni su dolor, ni su insignificancia.
Ella murió conmigo, y aquí yace,
desnuda como yo, bajo esta piedra.

Jenaro Talens

 


dualidades…

dualidades

 

Casida de la alta madrugada

Cuando te acuerdes de mi cuerpo
y no puedas dormir
y te levantes medio desnuda
y camines a tientas por tus habitaciones
borracha de estupor y de rabia

en algún lugar de la Tierra
yo andaré insomne por algún pasillo
careciendo de ti toda la noche
oyéndote ulular muy lejos y escribiendo
estos versos degenerados.

Félix Grande