fugitivos…
La calle, aturdida, aullaba a mi alrededor.
alta, delgada, de luto, con majestuoso dolor
pasó una mujer: con mano elegante
alzaba y mecía lo mismo festón que dobladillo;
ágil y noble pasó, con piernas de estatua.
Crispado y nervioso, yo no cesaba de beber
en sus pupilas, cielo lívido con gérmenes tormentosos,
la dulzura que fascina y el placer que mata.
Un relámpago… ¡y ya la noche! -Belleza fugitiva,
mirada que me hizo renacer, dime:
¿ya no te veré más sino en la eternidad?
¡En otra parte y muy lejos! ¡Demasiado tarde! ¡Y acaso nunca!
Ignoro donde fuiste, y no sabes adónde voy,
¡Ay tú, a quien hubiese amado! ¡Ay tú, que lo sabías!
Charles Baudelaire
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